estereotipos

¿Es el yogi un señor de largas barbas, sentado con las piernas cruzadas, los ojos cerrados y una sonrisa en los labios? ¿Sólo eso y ya está? ¿Así de fácil?
No te lo creas!
Si así fuera, el gran sabio Patáñjali no habría dedicado ni un solo minuto a escribir los Yoga Sutra, compuestos por 4 libros con poco menos de 200 aforismos, cada uno de los cuales con una profundidad tal en su contenido que podría llevarnos varios años interpretar su significado, un significado que se nos va revelando y renovando a medida que más y más recorremos la senda del Yoga.
¿Entonces, qué es realmente un yogi? ¿Puede reír, comer, amar, sentir, entristecerse o enojarse?
Claro! Está vivo!
Un yogi vive la misma vida que todos los demás, sólo que lo hace de una manera diferente, y esta diferencia reside en que elige cómo vivir su vida, la ha impregnado con la filosofía del Yoga y vive de acuerdo a sus principios.

Se vuelve testigo de sus actos.

Un yogi es activo, trabaja y lucha por superarse cada día y ser mejor persona.

El yogi aprende a ver las cosas desde otro punto de vista. Rompe mitos, cuestiona, cambia paradigmas, re-diseña su propia vida.

Un yogi es un guerrero, está alerta. Elige.
Y encontrará obstáculos en ese camino, como cualquier otra persona, pero encuentra en ellos el estímulo para crecer y fortalecerse.

A través del Yoga, de su práctica constante, llegamos a encontrar nuestros propios recursos internos de fortaleza y energía y en cada nivel superado una nueva conciencia se abre que nos estimula a continuar; así cada día con su propia meta, su propio objetivo.

El Yoga es el camino, un camino de vida, siempre habrá más para recorrer, como aquel anciano, que despojado ya de todos sus bienes y apegos terrenales, siente que aún no se ha despojado del todo, aún le queda su propio ego.

El punto es : ¿Hasta dónde quiero llegar? Esta es una decisión muy personal.
Por todo esto, si te quieren vender la imagen del yogi “que no hace nada”, no compres. No te dejes engañar. El yogi es un auténtico guerrero.