el Juego de Shiva

“Danzando en todos los mundos a la vez.

Y ante todo en el mundo de la materia. Mira el gran halo redondo orlado con los símbolos del fuego, dentro del cual dios está danzando.

Es el soporte para la naturaleza, para el mundo de la materia y la energía.

Dentro de él, Shiva Nataraja danza la danza del ir y venir sin fin...

Este es su “Lila”, su juego cósmico, jugando por amor al juego, como un niño.

Pero este niño es el orden de las cosas.

Sus juguetes son galaxias, su patio de juego es el espacio infinito, y entre dedo y dedo, cada intervalo es de millones de años luz..

Jugando entre las estrellas y dentro de los átomos.

Pero también es un juego dentro de cada ser viviente, cada criatura sutil, cada niño, hombre y mujer.”
Aldous Huxley.

La mitología hindú es fascinante por la riqueza de su simbología y sus profundos significados, en la que se pone de manifiesto, fundamentalmente, que todo forma parte de todo; la unidad y la pluralidad se incluyen, la una a la otra, dando origen a todas las posibilidades, entre las cuáles dioses y semidioses, seres celestiales o demonios, son protagonistas de escenas fantásticas que sirven para narrar alegóricamente los ideales de elevación y realización del ser humano. Aquí, la figura de Shiva es clave, pues en él se encuentran todos los aspectos contradictorios de la naturaleza humana; como Natarája, Shiva representa al danzarín cósmico, marcando con sus movimientos el ritmo del Universo manifestado, en una danza primordial, cargada de un poder transformador, en la que disolución y renacimiento coexisten como elementos insoslayables.
Con su pie elevado señala el movimiento perpetuo, se dice que cuando Shiva deje de danzar, cuando apoye su pie, todo lo creado se disolverá.