lunes, 24 de agosto de 2009

Shiva Natarája



Dentro de la mitología hindú, riquísima en simbología y significados, se observa que todo forma parte de todo; la unidad y la pluralidad se incluyen, la una a la otra, dando origen a todas las posibilidades, entre las cuáles dioses y semidioses, seres celestiales o demonios, son protagonistas de escenas fantásticas que sirven para narrar alegóricamente los ideales de elevación y realización del ser humano. En esta narrativa el protagonismo de Shiva es clave, pues en él se encuentran todos los aspectos contradictorios de la naturaleza humana.
En una de sus manifestaciones, como Natarája, Shiva representa al danzarín cósmico, marcando con sus movimientos el ritmo del Universo manifestado, en una danza primordial.
Representado con cuatro brazos, en la mano derecha elevada sostiene el dhamaru o tambor que simboliza el principio de la manifestación. Con la mano superior izquierda hace ardhachandra mudrá, el gesto de la media luna, dentro del cual brota una llama, símbolo del poder transformador. El tambor y el fuego representan el continuo ciclo cósmico de creación y disolución. Con la otra mano izquierda realiza el gajahasta mudrá, símbolo del discernimiento. La mano derecha con la palma hacia el frente, forma el abhaya mudrá, gesto de apartar el miedo y de protección. Posee largos y enmarañados cabellos simbolizando el movimiento del viento, o vayú, que es la forma sutil de aliento presente en todas las formas vivientes. Por consiguiente, Shiva se manifiesta como la línea vital de todos los seres vivos, a la vez que de esos cabellos brota la diosa Gañga, dando origen al río Ganges, el más sagrado de todos los ríos, símbolo de fertilidad. Alrededor de su cuello lleva una serpiente, representando la energía dormida de kundaliní. El pie izquierdo elevado señala el movimiento perpetuo y la búsqueda constante del auto-conocimiento, de la Verdad Interior. Con el pie derecho, somete y derrota a Avidyá, la ignorancia. El círculo de llamas que lo rodea simboliza el poder transformador en el que todo emana y todo se disuelve.
La expresión del rostro de Shiva es tranquila, aunque su cuerpo esté en perpetuo movimiento, indicando que la agitación externa no lo desliga de su Verdadera Naturaleza Interior.

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