
En diversas culturas se relaciona estrechamente la dieta vegetariana con la evolución espiritual, sin duda, basándose en el principio ético de ahimsá o la no violencia. Desde un cierto punto de vista, el simple acto de comer podría verse de naturaleza agresiva. Sin embargo, debemos comer, forma parte de la ley natural. El punto esencial es cómo lo hacemos, con qué actitud. De todos los daños el menor. Causar el menor dolor posible y, sobre todo, comer con gratitud y respeto, con la conciencia de que algún día nosotros también seremos comida.
El Yoga no obliga a nada, pero recomienda la alimentación vegetariana para quien realmente desee crecer y evolucionar en este sendero. Nuestro sistema digestivo es adecuado para la alimentación a base de cereales, frutas y verduras.
Es verdad que en determinados momentos, en el largo camino recorrido por la especie, la alimentación carnívora fue la única posibilidad para la supervivencia. La necesidad de procurar alimentos obligó a la especie a utilizar su ingenio, desarrollar la inteligencia y aceptar desafíos, tales como salir de su entorno habitual, conquistar nuevos territorios, crear herramientas, ya sea para la captura, la cosecha o la preparación de esos alimentos. Así, el ser humano se ha adaptado a todas las formas posibles de alimentación. Es el único ser de la naturaleza que los combina de tan variada manera, y su sistema digestivo es capaz de procesarlos, con mayor o menor beneficio para su salud.
Hoy la decisión de la calidad de la alimentación es personal. Sabemos que podemos vivir perfectamente sin comer carnes; sabemos cómo reemplazarlas correctamente para que no nos falten nutrientes y comenzamos a ser conscientes cada vez más de los efectos que ejercen los diferentes alimentos sobre nuestros estados de ánimo.
La práctica de la no violencia es amplia y profunda. Cuando comenzamos a transitar por esta senda, en algún momento llegamos a plantearnos qué y cómo comemos. El que come carnes, comienza a percibir la violencia que se ha desarrollado para que ese alimento llegue a su mesa, y encuentra allí un motivo de cambio que lo modificará internamente.¿Porqué dejar de comer carne? En principio, para evitar causar más daño y sufrimiento injusto a nuestros hermanos, los animales, llegando a comprender el dolor que generamos con cada derramamiento de sangre innecesaria y comprendiendo que estamos ingiriendo ese dolor.
Es evidente, entonces, que no nos limitamos sólo a los beneficios para la salud, sino que el motivo más contundente de adhesión al vegetarianismo es la elección de la no violencia.
Ahimsá, es un modo de vida, debiera extenderse hacia todo lo que conforma nuestro día a día. Esto, sin duda, es una ardua tarea, que requiere un máximo de entrega y ansia de auto-superación constante. Al trabajar en el conocimiento de uno mismo es necesario indagar en los aspectos internos que nos llevan a ser violentos: con nosotros mismos, con los demás, con todo lo que nos rodea. Cuando se comienza a practicar la no violencia respetando las leyes naturales, vamos generando internamente una transformación profunda. Es la gran alquimia. El enorme poder de transformarnos a nosotros mismos a través de la expansión de la conciencia, tras un arduo trabajo interior.
Pero podemos ir aún más allá, porque siempre habrá un nivel más. El que es vegetariano puede plantearse a sí mismo si ese respeto que siente hacia otras especies se manifiesta también con sus semejantes; si es capaz de respetar y practicar la no violencia consigo mismo y con las personas con las que comparte su vida. Muchas veces la violencia se manifiesta de un modo muy sutil como el desinterés, la indiferencia, el desprecio, el juicio, y tantas otras.
Podríamos definir la violencia como la falta de amor. Por eso, estemos hoy donde estemos en nuestro personal camino evolutivo, podemos proponernos practicar el amor. El amor, el respeto, la gratitud, son herramientas de enorme poder cuando se aspira, sinceramente a crecer como persona.
4 comentarios:
Patricia, debo confesarte que lo primero que pensé cuando nos dijiste en una de tus clases que "ahimsá" significa no-violencia fue: "¡Qué fácil, eso está chupado para mí, con lo pacífico que soy!"
Sin embargo, al profundizar un poco más en el verdadero significado de de este principio, uno se da cuenta de la dificultad de mantenerse fiel al mismo. ¿Quién no ha sido violento alguna vez con uno mismo o con los demás, aunque sólo haya sido verbalmente? ¿Quién no ha matado de forma totalmente intencionada algún bicho, por no decir que ha comido o come carne, que es algo que la mayoría vemos como algo totalmente natural?
Lo cierto es que ahora me cuestiono, y reflexiono mucho más, acerca de mi forma de actuar en muchos aspectos de mi vida sobre los que antes no tenía la menor duda.
Y me doy cuenta de que es muy difícil seguir los preceptos del yôga. Y no sólo me refiero al "ahimsá", o al hecho de ser o no vegetariano (eso todavía puede llegar a parecerme fácil si uno se lo propone), sino a todo el conjunto de principios por los que se rige el yóga, sobre los que espero nos hablarás más adelante. Tanto es así, que a menudo me invade la siguiente pregunta: ¿Es realmente factible seguir por la senda del yôga y llevar al mismo tiempo una vida normal?
Con lo de "normal" me refiero a vivir en una ciudad, rodeado de gente con la que tienes que convivir, estar casado, con hijos, con un trabajo y con un montón de responsabilidades y preocupaciones.
No sé, pero tengo la impresión de que una cosa y otra no casan. Si no, ¿por qué la imagen que tenemos del auténtico yogui es la de un señor mayor, solitario, que vive en contacto con la naturaleza, totalmente alejado del mundo y de los placeres mundanos?
Qué conste que no se trata de una pregunta retórica, ni tampoco de una broma. Espero sinceramente una contestación.
te agrego un quién más: ¿Quién te ha dicho que fuera fácil? yo seguro que no! me has escuchado una y otra vez decir que el auténtico desafío es justamente, caminar este sendero, en medio del bullicio mundano, en medio de las incertezas internas y aún así, creyendo caer, continuar y continuar... tu pregunta florece en mil respuestas y te las iré dando, paso a paso, pero hay algo muy importante: si haces la pregunta, el germen de la respuesta ya está allí. Sólo has de mirar en tu interior.
Sólo espero que los brotes verdes no sean como los de Zapatero y aparezcan pronto.
Bromas aparte, tus palabras siempre me dan ánimo. Gracias por tu inestimable ayuda.
Pero te advierto que estaré esperando las novecientas noventa y nueve respuestas restantes.
afortunadamente he dicho "mil respuestas", porque lo que había pensado antes era que tu pregunta generaba tantas respuestas como seres humanos hay en la Tierra y aún más, porque cada ser humano puede tener más de una respuesta y así, al infinito....!!!!!
Publicar un comentario